Con la XXIII Jornada Mundial del Enfermo que la Iglesia celebra el día 11 de Febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y que se prolonga hasta el 10 de mayo, tenemos presente de un modo especial a las personas enfermas, impedidas, solas, de nuestro pueblo de Guadalupe, con sus nombres y apellidos, con sus rostros concretos, con sus problemas y necesidades, los del barrio de arriba y los del barrio de abajo, los que se encuentran durante la diaria jornada en el Centro de Día, y en la Residencia “Fray Sebastián García”, los que están últimamente hospitalizados, y a todos los que les prestan asistencia y cuidado. Por todos ellos elevamos nuestra oración y nuestra súplica a Cristo, que también experimentó la soledad y el sufrimiento con su muerte en la cruz.
No estáis solos, como nos recuerda nuestro Gran Papa Francisco: “junto a vuestro sufrimiento, o mejor aún, dentro de vuestro sufrimiento está el de Jesús, que lleva a vuestro lado el peso y revela su sentido”.
La Iglesia ve en ellos, en los enfermos, una participación de la Pasión de Cristo, por eso, cuando reciben el Pan Vivo, Cristo el Señor, transmiten el deseo, la paz y la serenidad de quien se encuentra de verdad con Cristo.
Aunque siempre, pero en especial en ésta jornada, rogamos, a la que es modelo del cristiano, a la Madre de Jesús y Madre nuestra, Señora de Guadalupe, a Ella que está siempre atenta a la voz de Dios y a las necesidades y dificultades de sus hijos, a la que supo permanecer con fortaleza a los pies de la cruz de su hijo Jesús, a Ella que es la Madre de todos los enfermos y de todos los que sufren; recurrimos, confiados y seguros de que los asiste, los sostiene y no los abandonará, porque permanece al lado de sus cruces y los acompaña en el camino hacia la resurrección y la vida plena.
A todos los enfermos de nuestro pueblo de Guadalupe, a los que los asisten y los cuidan, nuestra oración y nuestra súplica, y os presentamos en la Patena de la Eucaristía y elevamos la Salve a Nuestra Madre de Guadalupe.
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